Dublín

Dublín ha sido el escenario de muchas novelas y no es de extrañar ya que su tradición literaria se remonta al año 800 d.C. con el Libro de Kells, que ahora está en exhibición en el Trinity College, la universidad más antigua de Irlanda. La ciudad es la cuna de muchas figuras literarias como Joyce, Beckett, Yeats, Shawn y Wilde para nombrar unos pocos. Elegancia georgiana de la ciudad se combina a la perfección con la arquitectura medieval y moderna que da a Dublín su distintiva personalidad. No se puede negar que Dublín es una ciudad cultural; la UNESCO designó la capital de Irlanda como la ciudad de la literatura en 2010. Los amantes de la cultura también tienen donde elegir cuando se trata de museos y galerías. Desde el Museo Nacional de Irlanda y de la Biblioteca Nacional a la Galería Nacional y el Museo Poco lindo de Dublín contiene el atril que presidente de Estados Unidos John F. Kennedy utiliza para dirigirse al Parlamento Nacional en 1963, hay mucho que absorber. Sin olvidar, por supuesto, el magnífico castillo de Dublín que data del siglo 13. Aparte de sus gloriosas riquezas, lo mejor de esta ciudad es su gente. Los dublineses son amables, cálidos, extrovertidos e ingenioso, más aún después de un par de pintas de Guinness. En sus más de 1.000 pubs uno hace amigos con facilidad. Debería ser obligatorio para los turistas pasar algún tiempo en un pub, ya que es una de las experiencias más memorables de visitar Irlanda. Dublín es también una ciudad joven, que tiene una de la poblaciones más jóvenes de Europa, alrededor de la mitad de sus habitantes son menores de 25. Este hecho ha convertido Dublín en una ciudad vibrante, dinámica, enérgica y ambiciosa. Dublín está llena de bares de moda, restaurantes sofisticados y clubes animados, siendo el epicentro la bulliciosa zona de Temple Bar. La música en vivo es una religión en Irlanda y Dublín es su meca. La escena musical de la ciudad es excelente y ha dado al mundo una serie de superestrellas globales desde U2 y Westlife a The Script o Sinead O'Connor. Todo el mundo es bienvenido en esta ciudad multicultural, pero ten cuidado, Dublín y su gente es tan carismática y contagiosa que puede que nunca quiera irse.