La Grecia más clásica

Atenas lleva el nombre de la diosa de la sabiduría Atenea, que se celebra en la magnífica Acrópolis, que domina la ciudad moderna y cosmopolita que hoy es Atenas. Atenas es una de las ciudades más antiguas del mundo y es el lugar de nacimiento de la filosofía occidental, la democracia y el teatro. Hasta el día de hoy, la capital griega sigue siendo un importante centro mundial de cultura, con su centro histórico, sitios clásicos emblemáticos y museos llenos de artefactos de la antigua Grecia. La Acrópolis, coronada por el emblemático Partenón, ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los coches fueron prohibidos en el centro histórico, que se ha convertido en la calle peatonal más impresionante de Europa. En este parque arqueológico, los visitantes verán la naturaleza opuesta de esta antigua metrópoli para poder visitar el Museo de la Nueva Acrópolis, una estructura moderna de alta tecnología con espacios de exposición amplios y luminosos, así como el Museo Arqueológico Nacional, el museo arqueológico más grande de Grecia construido en el siglo 19 y dedicado al arte griego antiguo. La Acrópolis y el Monte Lycabettus, los puntos más altos de la ciudad, se utilizan como orientación, ya que son visibles desde la mayor parte de Plaka, el antiguo barrio histórico. Plaka se encuentra bajo la Acrópolis y se extiende casi hasta Syntagma, sede del Parlamento griego. Para probar el estilo de vida ateniense hedonista, visite Monastiraki, donde los lugareños van a comer, beber y mezclarse. La noche pertenece a Psirri, un animado barrio conocido por sus bares, locales de música en vivo y emocionantes discotecas. Al sureste del centro de la ciudad, una magnífica costa ofrece vistas de ensueño del azul brillante del mar Egeo. Seguramente pocas capitales europeas pueden reclamar playas de arena y aguas cristalinas para nadar en un acceso tan fácil. Por lo tanto, Atenas ofrece lo mejor de ambos mundos: una fantástica escapada a la ciudad y unas vacaciones perezosas en la playa. Los atenienses son sorprendentemente amigables y extrovertidos, y su entusiasmo por las actividades agradables de la vida es tan contagioso que incluso el viajero más duro dedicará tiempo a interminables cafés y paseos nocturnos, cenará hasta tarde y disfrutará de la vida nocturna de la ciudad, mucho después de quedarse dormido en el resto de Europa.